El camino de Ángel

Me llamo Ángel, tengo 28 años y soy de un pueblo de Zaragoza. Desde “pequeña” me he sentido diferente a las demás niñas de mi clase, mientras ellas jugaban a la comba, a la goma, a palmaditas y presumían de vestiditos, yo me juntaba con los niños a jugar a futbol, a polis y cacos… y presumía de chándal y deportivas… Las primeras actividades extraescolares a las que me apuntaron fueron gimnasia rítmica y jota, ambas con atuendos que odiaba ponerme… Pocos años pasaron hasta que me dejaron decidir y cambié esas actividades por el fútbol y el judo, deportes en los cuales destacaba por lo bien que se me daban y porque era la “única niña” que lo practicaba. Pronto las niñas comenzaron a llamarme chicazo, marimacho… pero siempre estaban mis amigos ahí, sacándome la cara, y más de uno me dijo alguna vez que para ellos era un chico más… cosa que me encantaba.

Los regalos de navidad que mas me gustaban eran los que les hacían a mis hermanos, playmobil, coches, motos… tuve barbie y ken, y jugaba con mi hermano pequeño a que yo era el ken y él la barbie, hasta que nos vio el hermano mayor y le prohibió jugar así conmigo… Mi primera comunión fue dura, recuerdo que le llegue a decir a mi madre que si no comulgaba de marinerito  no quería comulgar, pero al final cedí por ella y acabé haciendo la comunión con un vestido que me dejo  una prima mía, porque yo no quería ni ir a mirar vestidos, no me gustaba ninguno. Siempre me he sentido “una niña” a la  que le gustaban las cosas de niños, incluso me gustaba alguna niña de clase, a la cual le dije que si quería ser mi novia, y fue entonces cuando se enteró mi madre por medio de mi hermano, cuando me llevaron a un psicólogo para ver qué me pasaba, pero ya le dije al psicólogo, si alguien tiene que estar aquí son mis padres para asimilar y aceptar lo que soy y lo que me gusta… me negué a volver allí.

 A los 12 años me llevaron a estudiar fuera, el primer año estuve en un colegio de monjas en el cual era obligatorio el uniforme compuesto por una falda por debajo de la rodilla. Lo pasé fatal, y andaba manchándomelo todas las semanas para así poderme poner el chándal. Pero esto no funcionaba porque nos obligaron a comprar dos faldas… ya no colaba el que lo manchase tan a menudo y me lo hacían llevar sucio. Allí estuve un año y después me pasé 5 años en otro colegio interno, donde podía vestir como quería y así lo hacía, todo el día en chándal y vaqueros. Con 18 años volví al pueblo, y con mi madre estaba todo el día a gritos: “ junta las piernas al andar”, “¿donde te has dejado el caballo?”, “ponte más femenina”, “quítate eso que es de tu hermano”…

La primera vez que vi un caso de transexualidad fue en 2004 y me llamó muchísimo la atención, buscaba información en internet, pero poco encontraba. A la vez que fascinante me parecía algo imposible, ¿cómo podía ser?

Estuve 5 años con una chica y a esta fue a la primera persona a la que le comenté mi deseo de cambio.  Ella me decía que ya era como un chico, que si alguna vez lo quisiera hacer me apoyaría pero que para ella era un chiquillo. Nunca me decidía a dar el paso, pero siempre lo llevaba en la mente. No es lo que aparento ser… sino lo que soy. En junio de 2013 se lo volví a comentar a una gran amiga, y a mi actual pareja, y juntas me apoyaron en todo. Mi amiga me presento a Erik, y pronto conocería a Alex, Dani  y Carlos, chicos trans de Zaragoza. Gracias a Erik pude ponerme en contacto con la psicóloga y comenzaría a dar mis primeros pasos en la transición.

Ahora, septiembre de 2014, puedo decir que tras muchos meses de psicólogos, psiquiatras…piedras y pedruscos… estoy más cerca de empezar el cambio. Hasta ahora no he visto que me lo hayan puesto fácil. Mis amigos, mi familia, han estado ahí, pero al principio me trataban de loco, de desequilibrado, pero mes a mes les he ido demostrando que se equivocan. En mayo de 2014 mis padres fueron hablar con la psicóloga, y le comentaron que lo primero de todo tenía que dejar de fumar porros, ya que eso era lo que me hacia ser así… y a pesar de pensar que no es por eso, decidí ir, también mandado por Carmen san Isidro, a Proyecto Hombre, donde allí, otra psicóloga más, me ha ayudado, tras 3 meses de “terapia” y ya no consumo. Hace un par de semanas fui a Carmen y me dijo que necesitaba asegurarse de que había dejado de fumar y me pidió una prueba y una vez que tuviera los resultados, me daría vía libre para ir al endocrino. Teniendo sobre su mesa el test de personalidad que me había mandado en el cual se decía que todo iba bien, que soy una persona equilibrada y honesta…  me hice esa prueba y dio negativo. Volví a quedar con Carmen San Isidro y,  por fin, me dio el consentimiento. Hoy  4 de septiembre, soy la persona más feliz del mundo J dentro de 5 días tengo la visita all endocrino. ¡Por fin! El cambio es lo que más deseo en esta vida y cada vez más cerca de los 30 siento que he perdido mucho tiempo, que he vivido como un chico encerrado en el cuerpo de una chica, y ahora quiero luchar por ser lo que soy.

Desde aquí quiero mandaros mucho apoyo a esas madres y padres que lucháis por la felicidad plena de vuestrxs hijxs.