La niña de las alas rotas

Me llamo Elena y nací en un cuerpo masculino. Mi mama me ha pedido que os cuente cómo me di cuenta de que no era un niño, pero es que no lo sé. Desde siempre. Yo nací chica, pero como tenia pito los médicos le dijeron a mis papás que era un chico y ellos se pusieron tan contentos. Me compraron todas las cosas de chico y juguetes de chico.

Cuando nací, para ellos, fue el día más feliz del mundo. Yo es que no me acuerdo pero seguro que para mí también. Cuando tenía dos años mis papás decidieron llevarme a la guardería, y allí conocí a muchos niños y niñas. Pero yo no encajaba porque la profe decía que los niños tenían cola y las niñas tete, y yo era una niña con cola, así que no sabía con quien jugar y jugaba sola con la cocinita o con las muñecas. Mi profe, al ver que no quería jugar con los demás, llamó a mis papás y les dijo que tenían que enseñarme. Fue muy gracioso verles tirados en la arena del parque para que yo jugara a camiones y pelotas. Pero no entendían que yo a eso no quería jugar. Cuando íbamos al parque mi papá quería que jugara con la pelota, pero yo acababa jugando con otras niñas al aro o a las cosas de niñas.

Al año siguiente mis papás me llevaron al cole. Yo odiaba que llegara el día de los disfraces porque me vestían de pirata o de vampiro, y yo lloraba y lloraba porque no quería eso. La profe me obligaba a hacer de niño en los bailes y yo lo odiaba. Empezaba a llorar y mi mamá lloraba desesperada porque no sabía por qué yo no era feliz como los demás niños. Yo no quería ver llorar a mi mamá, así que empecé a comportarme como un chico. ¡Hasta me eché novia! Y así pasaron los años y yo seguía haciendo lo que sabía que les hacía felices, pero a la vez seguía jugando solo con mis amigas.

Una vez le pedí a mi mamá que me comprara una muñeca, y ella me la compró sin problemas. Me dijo que los juguetes y la ropa no define a las personas, y así fue como fui pidiéndole más cosas: «Mamá, ¿a que los niños también pueden vestir de rosa?», y me contestaba: «Por supuesto, mira a tu tío que lleva polos rosas y no pasa nada». Pero por mucho que yo le decía cosas ella no se enteraba de qué era lo que yo quería. Yo creo que creía que era gay.

Cuando mamá se quedó embarazada yo pedí por favor que fuese una niña. Cuando me dijeron que era niño me dio mucha pena porque mi mama quería una niña. Pero eso me dio una idea, ahora puedo decirle que soy una niña, así por fin seré quien quiero ser y ella será superfeliz. Entonces empecé a decirle: «Qué pena, ¿verdad mamá?, que no haya sido una niña. Sería dos a dos y tú no estarías tan sola de chica». Pero nada, que no se enteraba. Y comencé a enfadarme más y más porque no me entendían.

Cuando cumplí los siete años mis amigos me regalaron todo de chico y no me gustó nada, porque yo quería muñecas y vestidos. Sin darme cuenta empecé a portarme muy mal en el cole y en casa. Las profes decían: «¡Pero si siempre ha sido un niño muy bueno!», y me daba ganas de gritarles: «¡¡¡Que no soy un niñooo!!!». Llamaron a mis papás y les contaron lo mal que me portaba. Mi mama, llorando un día en casa, me dijo: «Por favor, hijo, dime lo que te pasa». Yo no quería verla llorar otra vez, quería verla feliz, así que le dije: «Mamá, siéntate, no te enfades ni te rías y, por favor, no se lo digas a nadie. Lo que más deseo en este mundo es ser niña«. Ella se quedó mirándome, me abrazó y empezó otra vez a llorar. Entonces pensé que ya nunca podría ser niña, pero me dijo: «Como si quieres ser camionera. Ahí estaremos tu padre y yo para ver cómo, pero si es lo que te hace feliz, adelante». Camionera. Mi mamá está como una cabra… si yo quiero ser doctora para que nadie más se muera. Cuando llegó papá se lo dijimos y fue genial, ¡ya podía ser Elena! Y así, poco a poco, fuimos diciéndoselo a las familias, amigos y colegio, y ahora soy una niña muy feliz, con todos mis vestidos y muñecas, y ¡mi cuarto todo de rosa!

Mis papás son los mejores del mundo porque ahora también conocemos a muchos niños como yo y somos muy amigos.

Aahh!! Que se me olvidaba. Tuve un hermano que es muy trasto pero me quiere mucho. Y yo a él también.

Toñi.