«Mamá, no soy un niño, soy una niña»

logo-Heraldo«Mi hija a los dos años ya sabía que era una chica», afirma la madre de una niña transexual zaragozana de 9 años que este verano ha cambiado de nombre y públicamente ha pasado de ser chico a chica.

«Cuando mi hija tenía dos años, le preguntó a su cuidadora que quién decide si uno es niño o niña. Ella le contestó que Dios. ‘Pues Dios se ha confundido conmigo’, fue su respuesta. Mi hija nació con genitales masculinos, pero ella siempre se ha sentido niña. Yo he tardado siete años en aceptarlo. Ella ahora es feliz y yo le voy a apoyar en todo lo que pueda», cuenta la madre de una niña transexual de Zaragoza de 9 años.

Su hija ha hecho la ‘transición social’ este verano. Se entiende como ‘transición social’ cuando las personas transexuales deciden mostrarse públicamente de acuerdo al sexo con el que se sienten identificados y no con el sexo biológico con el que han nacido. El proceso suele ir acompañado del cambio de nombre (socialmente, porque el cambio oficial en el DNI es más complejo y normalmente no se permite hasta los 18 años, aunque hay casos de niños transexuales que han cambiado también el DNI). Su hija acabó el curso escolar en junio como un chico y ha comenzado el nuevo, en la misma clase, con los mismos compañeros, como chica. Pero hasta llegar aquí el camino ha sido muy largo. Y el proceso al que se enfrentan a partir de ahora esta chica y su familia aún lo es más.

«Desde pequeña, mi hija decía y mostraba que quería ser una niña. Antes de los tres años ya hablaba de sí misma en femenino. Decía que no quería tener pene. Le gustaba ponerse vestidos, collares, pintalabios, zapatos de tacón y disfrazarse de princesa. Siempre ha querido llevar el pelo largo y ropas que parecieran femeninas. La gente me decía ‘ya se le pasará’…», recuerda esta madre.

La identidad de género es estable a los 4 años

_ni2_a62ade98Pero no se le pasó, solo fue adaptando su conducta. Según distintos expertos (como un manual de la American Academy of Pediatrics que sirve de guía para la Asociación española de Familias de Menores Transexuales Chrysallis), la identidad de género es estable a los 4 años. «A medida que los niños transexuales maduran y experimentan la crítica de sus pares, suprimen o disimulan algunas conductas para poder pasar desapercibidos», señala la guía.

Y empezó el colegio. «Tuvimos grandes broncas con la ropa. Quería ir al colegio con faldas o vestidos. Llegamos a un acuerdo para que vistiera mallas, una prenda neutra. En sus juegos seguía eligiendo personajes femeninos, aunque en público dejó de hablar de sí misma como chica. Los tres años de Infantil se adaptó bien, pero el paso a Primaria fue más duro. Se volvió una persona más introvertida, se escondía, pasaba vergüenza», cuenta la madre.

Mientras, ella misma vivía su propio proceso de descubrimiento y adaptación. «Busqué información en internet y leí casos de niños transexuales en otros países. Yo pensaba que la transexualidad solo se daba en adultos. Hay un gran desconocimiento y muchos prejuicios sobre el tema. Descubrí que la identidad se aloja en el cerebro y no en los genitales. Yo veía que mi hija era diferente, pero no quería aceptarlo. Tenía miedo de que sufriera. Ahora veo que me equivoqué y me siento culpable por no haber actuado antes», reflexiona la madre.

El curso pasado (en 3º de Primaria) su hija fue dando más pasos. «Se dejó el pelo más largo y en clase llevaba dos coletas. En el recreo no, porque algunos niños mayores le insultaban. A la comunión de su prima también fue con coletas. A veces, en lugares donde no nos conocían, me pedía que le llamara con nombre de niña. Y si le confundían con una niña era feliz», relata la madre.

Y el gran cambio llegó este verano: «Un día me pidió que le llevara a comprar vestidos. Y que desde entonces le llamáramos con nombre de chica. Quedamos con un grupo de amigas y se lo contó. Y luego lo hemos ido contando al resto de nuestro entorno. Fue el comienzo de otra vida para mi hija. Ella decidió dar ese paso y yo le voy a acompañar y allanar el camino todo lo que pueda. Ahora es feliz«, asegura.

Después contactó con la Asociación Estatal de Familias de Menores Transexuales (Chrysallis), creada hace unos meses, y que reúne a alrededor de 55 familias de toda España (teléfono de contacto: 669 207 549). «Fue una gran liberación. Vi que mi hija no era ‘un bicho raro’ y que había más niños ‘trans’ como ella en España. La adaptación está siendo muy buena», cuenta.

Vuelta al cole como niña

Y en septiembre, con el inicio del curso, su hija volvió al cole con ropa, nombre e identidad de niña. Previamente, la madre había hablado con la directora y los profesores del colegio, que hicieron un curso rápido de formación, y con muchos de los padres. La adaptación a la nueva situación ha sido muy positiva por parte de todos: la niña, sus compañeros y los profesores.

«Es la primera vez que vivimos una situación así en el colegio y todos lo hemos vivido con mucha naturalidad. No ha habido ningún incidente, estamos todos muy contentos. Antes de empezar las clases con los chicos, los profesores hicimos un curso de formación con Amaltea, una consultora sexológica. Me puse en contacto con el departamento de Educación. Me dieron indicaciones para que facilitáramos el tránsito de esta alumna. Hemos cambiado su nombre en las listas que están colgadas en el colegio, aunque en los documentos oficiales no lo podemos hacer. Y le facilitamos la asistencia a los baños femeninos«, cuenta la directora del centro, un colegio público de Zaragoza.

La madre reconoce que el camino que les queda aún será largo. Los tratamientos hormonales comienzan oficialmente a partir de los 18 años, aunque en algunos casos se dan a partir de los 16. Las familias de menores transexuales reclaman que se administren bloqueadores hormonales para frenar el cambio físico antes de la pubertad (se hace sólo en algunos sitios). El siguiente paso que dan la mayoría de transexuales es la operación de cambio de sexo.

«Quiero ayudar a mi hija y a muchos otros niños que viven esta situación. Los adolescentes transexuales sufren especialmente. Hay un índice muy alto de suicidios en este colectivo. La transexualidad se asociaba antes al oscurantismo, a la marginalidad, al espectáculo. Aún hay desinformación y prejuicios, pero la sociedad está cambiando. Hay una gran cantidad de personas transexuales que llevan una vida normal y exitosa. Mi hija es una niña brillante y sé que con nuestro apoyo llegará a ser lo que quiera. Conseguir que se hable de esta situación con normalidad es nuestro gran reto«, afirma.

HERALDO de Aragón, (Paula Figols) Zaragoza