Niños trans: cómo notarlo y qué hacer

Al momento de nacer se nos asigna un género de acuerdo a nuestro sexo físico. Con el avance de las tecnologías también fue posible adelantar este “decreto” y adelantar a los padres si su futuro hijo será un “niño” o una “niña”. Sin embargo, con el paso del tiempo, la historia ha demostrado que aquello que vemos en una ecografía no constituye, muchas veces, algo relacionado con el género del bebé, ya que éste puede estar en total contradicción.

El sexo y el género son conceptos necesarios de diferenciar. El primero, por su parte, se refiere a lo biológico y principalmente se relaciona con los genitales del menor. Por otro lado, la identidad de género es aquello de lo que el niño se siente parte, de acuerdo a factores que él mismo considera propios, como la ropa, el peinado, el nombre o los juegos que quiere jugar.

De acuerdo a esto último, los menores pueden sentirse distintos al sexo biológico al que fueron asignados en el momento de nacer. También, pueden alejarse del binarismo hombre-mujer y crear su propia noción de género, ya sea mezclando ambas o imaginando una nueva, como lo indicamos en BioBioChile.

Familia, género y menores de edad

Hace un tiempo se viralizó la imagen de un padre, con su hijo de dos años y su hija de cuatro, de paseo antes de ir a comer pizza. Lo que hizo esta fotografía popular, no fue que el padre fuera el actor norteamericano Seth Menachem, sino que los tres iban con vestido.

En una columna que el actor escribió para el medio estadounidense Huffington Post, explicó cómo él habría recibido irrespetuosas respuestas de parte de algunos grupos religiosos debido a la libertad que él le entregaba a su hijo para que escogiera su ropa.

De forma un poco cómica, comentó que era una buena idea “si en Los Ángeles hay más de 40 grados de calor”, según consigna el canal de espectáculos E!.

Estas acciones de libertad permitidas a los menores por parte de los miembros de sus familias ayudan a que los niños puedan elegir el camino por el que quieren transitar, alejados de prejuicios y discriminación.

Esta nueva generación de padres y madres dispuestos a entregar a sus hijos la completa decisión de usar la ropa que ellos quieran es algo que ha venido sucediendo hace ya un tiempo.

Por ejemplo, en EEUU, un menor de edad decidió asistir con zapatos rosados a su primer día de prekinder. Pese a que el día que los fueron a comprar la vendedora le explicó que esos estaban “hechos para niña”, Sam -el niño- le indicó que “los ninjas pueden usar zapatos rosados también”.

Aunque en la escuela no sufrió discriminación alguna por parte de sus compañeros, la madre, al subir la imagen a su cuenta de Facebook sí recibió varios comentarios negativos -incluso de sus propios familiares- por permitirle vestir así.

Pero no es el único caso, en un programa de cámara oculta se comprobó el miedo que tienen algunas madres de que sus hijos no elijan la ropa considerada socialmente “correcta”. Sólo una de las mujeres sometidas a la prueba aceptó la petición de su hijo de vestir como princesa para Halloween.

La edad del descubrimiento

Los menores transgénero suelen descubrir a muy temprana edad su género real. Según consigna el diario español ABC, los menores tienen muy claro desde los dos años su identidad género, ya que ahí comienza una incomodidad con su cuerpo.

No usar la ropa con la que se sienten identificados, no ser llamados por el nombre que ellos escogen, o no ser atendidos de la manera correcta en esos casos, puede ocasionarles daños psicológicos muy severos, según explica Laura Aut, psicóloga infantojuvenil de Isep Clínic Barcelona.

Señales y proyección

Las señales que pueden manifestar los menores van desde querer usar prendas socialmente identificadas para el otro género, hasta tener preferencias por juegos que no van de acuerdo a su sexo biológico.

Son niños que están constantemente en malestar por su sexo y por el rol que deben asumir, según María Soria, Psicologa de la Universidad Internacional de La Rioja. “Los chicos evitan los juegos violentos y manifiestan aversión hacia su órganos sexuales, del mismo modo que las chicas”.

Política, justicia y género

El año pasado, los padres de una menor de seis años demandaron a un colegio en Estados Unidos por no dejar que ésta usara el baño de niñas. El colegió le indicó a la menor que, debido a que era un niño, debía usar el baño de chicos, o el de la enfermería, incluso el de funcionarios.

Los padres decidieron retirarla de inmediato de la escuela, y comenzaron con clases en casa hasta que la justicia se hiciera cargo del tema. Ellos interpusieron una querella argumentando que esta prohibición violaba la ley antidiscriminación de Colorado, zona en la que residen.

Si bien las temáticas sobre sexualidad están comenzando a ser tocadas en medios de comunicación y durante las sesiones en el Senado o la Cámara de Diputados, nuestra realidad como país se asemeja bastante al acontecer mundial.

El presidente de EEUU, Barack Obama, celebró en 2013 sus cuatro años de Gobierno con uno de los discursos, que algunos llamarían, como el más inclusivo de ese país, por hablar por primera vez de la necesidad que existe por garantizar los derechos de las comunidades homosexuales.

Sin embargo, nuevamente se excluyó de la lista a las personas transexuales. Pero esta vez una menor de tan solo 11 años le escribió una respuesta al sentirse discriminada.

Sadie realizó su transición de género cuando cursaba el kindergarden, y durante toda su vida académica se vio apartada del sistema educacional. Aunque ha vivido la discriminación toda su vida, la madre indicó que no se avergüenza de quién es y reconoce abiertamente su transexualidad.

En la carta, la menor le explicaba a Obama que “el mundo sería un lugar mejor si todos pudiéramos ser nosotros mismos”.

Además, resumía la vida de una persona transexual, con las dificultades para encontrar trabajo y para sobrevivir en un sistema donde no se les reconoce ni se le presta ayuda a la toda la sociedad, para explicar que son personas comunes y corrientes, con sueños y esperanzas para ser felices.

El lenguaje y la discriminación implícita

Si partimos de la base de que “la realidad se construye socialmente”, tenemos que tener en cuenta que al momento en el que hablamos, leemos o reproducimos comportamientos estamos indicando que ésa es nuestra forma de ver al mundo, que así es como pensamos y así es como está construido nuestro modo de pensar.

Berger y Luckmann, mencionan en su libro “La construcción social de la realidad”, la manera en que vamos decretando la manera en la que son las cosas, y es a través de las relaciones humanas, interpersonales, por donde empezamos a ver el mundo y a conectar nuestros nexos con los de los demás para comunicarnos.

El lenguaje forma parte importante de la tesis que promueven los autores, siendo ésto y la sociabilización los puntos más importantes en el libro. Y es que mediante el uso de las palabras vamos agrandando nuestro universo de conocimientos.

Por eso es tan importante la manera en la que hablamos y las palabras que usamos para denotar cosas y situaciones.

En el español no existe un artículo neutro para llamar a las personas de alguna manera en la que no se puedan encasillar en un sexo. Mientras que en otro países con una larga experiencia en temas de políticas sociales, sí han logrado avanzar y dar a conocer a través de organismos gubernamentales la existencia de palabras neutras para caminar hacia la equidad de género.

Por ejemplo en Suecia, establecieron el pronombre “Hen” para decir “ella” o “él” en forma neutra.

Fuente: Mujer Mujer (Biobiochile)