Profunda decepción en Madrid

Ayer día 14 de Mayo de 2014 se votaba en la Asamblea de Madrid la admisión a trámite de la Ley Reguladora del derecho a la identidad de género y a su libre desarrollo sin discriminación, lo que dicho en términos coloquiales sería la Ley de transexualidad.

La citada Ley, presentada por el PSM, redactada por colectivos LGTB y apoyada en un principio por los grupos IU y UPyD, suponía un gran avance en derechos para los menores transexuales, situándolos en una posición de equidad con el resto de niñas y niños, como debe ser por derecho y sentido común,  pues en la actualidad se encuentran en una absoluta y lamentable situación de desamparo legal, social y sanitario.

Antes de hoy se habían solicitado informes técnicos y comparecencias que, unánimemente, ratificaban la importancia y necesidad de sacarla adelante,  en vista de todo lo cual el Partido Popular de Madrid había asumido el compromiso público de votar a favor y luchar por los derechos legítimos de todas las personas transexuales y, en especial, de los menores.

Compromiso que, por supuesto, desde Chrysallis dimos por bueno y celebramos, no había motivo para dudar, máxime cuando recientemente una ley de similares características se había presentado al Parlamento de Andalucía con el consenso de todos los partidos.

Hoy era el momento de llevar a la realidad ese compromiso, de defender la igualdad de manera activa y eliminar cualquier rasgo de transfobia de la Comunidad de Madrid. Eso anhelábamos con todo nuestro ser,  pero no ha sido posible: El Partido Popular de Madrid ha votado en contra, desdiciéndose y utilizando la vieja estratagema de mandar la pelota al tejado del vecino.

En su argumentación alegaban que este era un tema para tratar a nivel nacional, posición que, por supuesto, compartimos. La diferencia radica en que, mientras para ellos nuestros hijos parecen ser números, objetos, estadísticas, y balones que se tiran de uno a otro campo, nosotros, como padres sabemos que sólo tienen una infancia, que el tiempo pasa volando y que jugar a la demagogia no sólo no vale, sino que además puede tener nefastas consecuencias. Por eso mismo nos hemos levantado y hemos abandonado la sala, porque el dolor, la indignación y el desconcierto eran demasiado fuertes para aguantar el tipo, y ver como se utiliza a tu propio hijo para tirar por la borda la única esperanza, hoy por hoy, de aportar seguridad a sus vidas.

Chrysallis, como Asociación de Familias de Menores Transexuales no apoya, defiende o se posiciona de forma alguna a nivel político, por lo que pedíamos que, al menos una vez, las votaciones se hicieran al margen de guerras y estrategias de partido, poniendo por encima de todo eso el bien común. Esperamos no haber sido demasiado ingenuos pensando que era posible y, por supuesto, seguiremos trabajando por conseguirlo.