«Simplemente reclamo un derecho»

Pilar Sánchez, la madre de la niña transexual del San Patricio, defiende la permanencia de sus hijos en el centro y sólo pide que no se le discrimine

Mientras que Gabi sea feliz, mientras pasee sonriente y juguetona sus recién cumplidos 7 años y no se apague un ápice su chispa, habrán valido la pena los  sinsabores que ha sufrido su familia en los últimos meses. Esta niña transexual del colegio San Patricio, a la que la Fundación Diocesana de Enseñanza Santa María de la Victoria no permite entre otras cosas vestir el uniforme femenino, ni ser nombrada como Gabriela, sigue creciendo entre unos iguales que aceptan sus coletas, pulseras y zapatillas rosa con normalidad a pesar del revuelo de alrededor. No son pocos los que acusan a los padres de estar provocando el peligro del concierto de la Junta con el centro escolar. Aunque, como reitera la madre, «yo simplemente estoy defendiendo un derecho, no he puesto ninguna denuncia, lo único que quería es que trataran a mi hija como a una niña, como lo que es, y esto está avalado por cuatro informes médicos, tres públicos y uno privado».
Pilar Sánchez se tuvo que enfrentar el pasado jueves a una reunión del AMPA del centro en la que quiso explicar sin éxito la situación de su hija y decir que «este caso lo inició la fiscal de oficio porque estaban discriminando a mi hija, que la gente no me culpe si se quita el concierto, el asunto se le ha ido de las manos a la Fundación, era tan fácil integrarla de primera hora como otros niños que con esa misma realidad lo han hecho de forma normalizada», considera Pilar, que cuenta en todo momento con el apoyo del padre de la menor. Pero cuando lleva a sus hijos al colegio «soy la comidilla, hay miradas que se te clavan y lenguas que cortan, pero a la vez hay manos que aprietan, y esa es mi fuerza», añade esta madre que en días como el de ayer aseguraba sentirse «hundida, desvalida, con ganas de desistir, pero cuando veo a mi hija se me llena el tanque de fuerza, ella es mi leiv motiv de esta causa porque soy el instrumento que tiene para defenderse».
Para los padres está siendo extremadamente complicado un proceso que intentan que no salpique de ninguna manera a su hija. «Gabi está muy bien, su tutora es fantástica y con sus compañeros la integración es total y absoluta, sólo le llegó el comentario de una niña que le dijo que iban a cerrar el colegio por su culpa», explica la madre. «En el momento que sepa que mi hija está sufriendo la quito del colegio, en ese mismo minuto, pero yo quiero que sigan ahí y lo que parecen no comprender algunos es que a mi me afecta también que quiten el concierto, que tengo tres hijos estudiando allí», agrega.
Pero en la reunión del AMPA asegura que se sintió «vapuleada, me dijeron que me llevara a los niños a otro centro, que si no estoy de acuerdo con el ideario  por qué estoy allí y no comprenden que se está poniendo al ideario católico por encima del derecho que tiene toda menor que se desarrolle cual niña que es». Y subraya esta madre que llevar la falda «es el hecho simbólico de reafirmar su identidad». Sin embargo, afirma Pilar que no se le dejó hablar, ni entregar documentación, ni dar información, ni datos, ni dejaron entrar al inspector de Educación. En la reunión de padres «se interpuso la opacidad» y se dejó a estos padres sin la posibilidad de defender un anhelo tan simple como pedir respeto para su hija. Aún les quedan batallas por luchar. El apoyo de otros padres, de la Fiscalía de Violencia de Género, de la Delegación de Educación, les hará el camino un poco menos duro.