El feminismo transexcluyente no es nuevo: su historia empieza en los años 70 y su argumentario no ha cambiado mucho desde entonces. Las afirmaciones de algunas participantes de la Escuela Feminista de Gijón han vuelto a poner de manifiesto cómo esta corriente que se autodenomina “radical” violenta a (…)
No pudo seguir adelante, no soportó la indiferencia de una administración que cuestionaba su identidad, que no daba importancia a sus sentimientos, un sistema sanitario que retrasaba absurdamente un tratamiento que necesitaba, porque nuevamente personas que no le conocían cuestionaban su esencia, su ser, con el poder de decidir sobre su existencia.